En teoría, en los países donde se han establecido los derechos humanos, todos seríamos iguales ante la ley. En la práctica, hay personas que siempre están por encima de la ley.
En Francia, las «grandes écoles» enseñan a sus alumnos a tergiversar el sentido de la ley para adaptarla a sus intereses particulares.
Las celebridades y figuras públicas suelen escapar al castigo.
Por ejemplo, Donald Trump fue declarado culpable de agresión sexual y fraude contable por haber hecho falsas declaraciones de bienes, pero no fue castigado. Tras su segunda elección, la investigación que le acusaba de insurrección se detuvo porque sería de interés público.
En Francia hay actualmente tres procesos abiertos contra personalidades públicas: Marine Le Pen, Nicolas Sarkozy y Gérard Depardieu.
Es una situación inédita.
Demuestra que la democracia y los valores igualitarios avanzan en la buena dirección.
Para evitar que el poder político se aproveche de las actuaciones judiciales, el pueblo debe poder elegir a sus propios fiscales, como en Suiza, por ejemplo. Esto es necesario para una justicia verdaderamente independiente.
¡Viva la justicia para todos!
Traducido con Deepl